La colonoscopia, tal como su propio nombre lo indica, es un exámen médico que se utiliza tanto para diagnosticar como para tratar patologías del intestino grueso y, más concretamente, del colon. Esta prueba se realiza con un instrumento denominado colonoscopio; se trata de un tubo flexible con una longitud de entre 122 y 183 centímetro de largo y en torno a 1 centímetro de diámetro.
Motivos para realizar una colonoscopia
Los motivos por los que regularmente se puede solicitar la realización de una colonoscopia son los siguientes:
Como prueba de cribado del cáncer de colon.
Especialmente en aquellas personas con antecedentes familiares de un cáncer de colon o en mayores de 50 años.
Como estudio de episodios de sangrados por el recto (rectorragias) o tras la aparición de sangre en las heces.
Para estudiar una diarrea crónica.
En casos de anemia ferropénica (por falta de hierro) cuando se sospecha que se debe a un sangrado crónico por el colon.
En casos de pérdida de peso inexplicada y brusca que pueda hacer sospechar un cáncer de colon.
Para estudiar con más detalle alguna alteración que haya aparecido en otra prueba que examina el colon llamada enema opaco.
Para diagnosticar y controlar una enfermedad inflamatoria intestinal como la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa.
En el estudio del dolor abdominal crónico.
Aunque por lo general es indoloro, para reducir las posibles molestias las personas sometidas a colonoscopia reciben unos medicamentos calmantes y sedantes por vía intravenosa antes de efectuar el examen.
Debido a la alta frecuencia de cáncer de colon y recto en la actualidad, se recomienda que todos los adultos mayores de 50 años se realicen una colonoscopia anual. En las personas con antecedentes familiares de cáncer de colon o de otros trastornos de este órgano como el síndrome de colon irritable o la colitis ulcerativa, es conveniente practicar una colonoscopia cada año, a partir de los 40 años.